Comparsas callejeras marcan el ritmo en Brasil
El carnaval llegó hoy a su último día oficial en Brasil y centenas de "blocos" en todo el país marcaron el ritmo de miles de brasileños que agotan los últimos cartuchos de energía después de cinco intensos días de parranda.
Las escuelas de samba bajaron el telón de los fastuosos desfiles esta madrugada y otorgaron todo el protagonismo a las comparsas callejeras, que son para muchos la expresión más auténtica del Carnaval y encarnan su vertiente más popular y desenfadada.
Lejos de los pomposos disfraces y la estricta organización que caracteriza a las escuelas de samba, los "blocos de rua" atraen a una legión de juerguistas con atuendos improvisados, entre los que nunca fallan los vestidos de mujer para hombres o las máscaras de políticos, que este año tomaron un protagonismo especial en medio de la crisis que atraviesa el país.
Este martes también se dejaron ver por las calles de Río de Janeiro numerosos hábitos, especialmente en el bohemio barrio de Santa Teresa, cuyas empedradas calles recorrió hoy el "bloco" de las Carmelitas.
Sus "feligreses" madrugan cada año por estas fechas para conmemorar la leyenda sobre una monja de esta orden que un año decidió escaparse de su monasterio de clausura para, vestida con su hábito, bailar samba en el carnaval.
El "bloco" de Carmelitas, que reunió a unas 10.000 personas, fue solo el primero de los muchos que durante este martes tomaron las calles de la "Cidade Maravilhosa", entre los que también destacaron la emblemática "Banda de Ipanema" o la "Orquesta voadora" (orquesta voladora).
Este último "bloco" formado por una orquesta de 50 músicos concentró a otras 10.000 personas en el Aterro de Flamengo, en la bahía Guanabara, que bailaron a ritmo de rock fusionado con funk.
A pesar de que Río de Janeiro es la ciudad del carnaval por antonomasia, las bandas de música callejeras se reprodujeron en todo el país, arrastrando a miles de brasileños y turistas de todas partes del mundo que hicieron gala de su destreza para contonear las caderas.
En Sao Paulo, el corazón financiero del gigante latinoamericano, los brasileños dejaron de lado el traje y la corbata y se refugiaron detrás de las máscaras para apurar las últimas horas de fiesta antes de que la ciudad se sumerja de nuevo en el frenético mundo de los negocios.
Fue precisamente ese ciudad de tono grisáceo la que hoy resucitó entre ritmos brasileños a David Bowie, fallecido el pasado mes de enero a sus 69 años tras padecer un cáncer.
El "bloco To de Bowie" homenajeó al icono del "rock glam" con un repertorio de sus grandes éxitos, los cuales fueron coreados por un gran número de seguidores, algunos de los cuales se pintaron un rayo rojo y azul cruzando el rostro, como el artista hizo en la portada de su álbum "Aladdin Sane".
"El comportamiento camaleónico de Bowie se parece mucho a Brasil y al propio carnaval", explicó Renato, uno de los creadores del "bloco", el cual comenzó a ser ideado antes de la muerte del cantante.